Caminando por la Plaza Real, absorvida por la rutina y el trabajo, me detuvo un hombre que se dirigía a mí con las siguientes palabras:
"Hay cosas bellas en el mundo, pero como tú ninguna.
En la punta del zapato llevas el sol y la luna".
Piropo, que le llamaban.
Me lo dijo un señor como de más de 70 años, pero de todas formas me alegró la tarde.