miércoles, 28 de julio de 2010

Cuidarse

“...-Pero a ti no te pasará nada. Tú no tienes por qué preocuparte. Aunque anduvieras por aquí de noche con los ojos cerrados, tú jamás te caerías dentro. Seguro. Y a mi, mientras esté contigo, tampoco me pasará nada.

-¿Jamás?

-Jamás.

-¿Y cómo lo sabes?

-Lo sé. - Naoko asió mi mano con fuerza. Luego siguió andando un rato en silencio-. Estas cosas las sé muy bien. De pronto las siento, y punto. Por ejemplo, ahora que estoy agarrada a ti con fuerza, no tengo miedo. Nada puede hacerme daño.

-Entonces es fácil. Basta con que estés siempre así -dije.

-¿Eso... lo dices en serio?

-Desde luego.


Naoko se detuvo. Yo también. Ella posó sus manos sobre mis hombros y se quedó mirándome fijamente. En el fondo de sus pupilas, un líquido negrísimo y espeso dibujaba una extraña espiral. Las pupilas permanecieron largo tiempo clavadas en mí. Después se puso de puntillas y acercó su mejilla a la mía. Fue un gesto tan cálido y dulce que mi corazón dejó de latir por un instante.


-Gracias -dijo Naoko.

-De nada -contesté.

-Estoy muy contenta de que me digas eso. -Esbozó una sonrisa triste-. Pero no es posible.

-¿Por qué?

-Porque no puede ser. Porque es horrible. Eso... -Pero enmudeció y siguió andando en silencio.

-Porque eso... no es bueno. Ni para ti, ni para mí -prosiguió ella mucho rato después.

-¿Y en qué sentido no lo es? -le pregunté en voz baja.

-Eso de que alguien proteja eternamente a alguien... es imposible. Mira. Suponiendo, ¿eh?, suponiendo que te casaras conmigo... Tú trabajarías en alguna empresa, ¿no es así? ¿Quién me protegería mientras tú estuvieses en el trabajo? ¿Y quién me protegería mientras estuvieses de viaje de negocios? ¿Tengo que estar pegada a ti hasta que me muera? ¿Dónde está la igualdad? A eso no puede llamarse una relación humana, ¿no te parece? Además, cualquier día acabarías hartándote de mí. Te preguntarías:”¿Qué es de mi vida? ¿Hacer de niñera de esta mujer?”. Yo no quiero eso. No resolvería mis problemas.


-Tus problemas no tienen porqué durar toda la vida. -Posé mi mano en su espalda-. Algún día acabarán. Y cuando todo haya terminado, bastará con que reconsideremos el asunto. Bastará con que pensemos qué debemos hacer a partir de entonces. Y ese día tal vez seas tú quien me ayude a mí. No tenemos por qué vivir haciendo balance. Si tú ahora me necesitas a mí, me utilizas sin más. ¿Por qué eres tan terca? Relájate. Estás tensa y por eso te lo tomás así. Si te relajas, te sentirás más ligera.


-¿Por qué me dices eso? -La voz de Naoko sonó muy seca. Al oirla, comprendí que acababa de pronunciar las palabras equivocadas.


-¿Por qué? -repitió Naoko con la vista clavada en el suelo-.Si te relajas, te sientes más ligero, eso también lo sé yo. No hace ninguna falta que me lo recuerdes. Pero si ahora me relajo me haré pedazos. Desde hace tiempo he sido incapaz de vivir de otra manera, y todavía lo soy. Si bajara la guardia, aunque fuera una sola vez, sería incapaz de recomponerme a mí misma. Me haría pedazos y éstos volarían con un soplo de viento. ¿Cómo puede ser que no lo entiendas? ¿Cómo puedes decir que cuidarás de mí si no comprendes eso?.


Enmudecí.


-Me siento mucho más perdida de lo que puedas imaginarte. Perdida entre tinieblas y hielo... Escucha.. ¿Porqué te acostaste conmigo aquel día? ¿Porqué no me dejaste en paz?...



de “Tokio blues: Norwegian Wood” (Haruki Murakami).


No hay comentarios: