domingo, 26 de diciembre de 2010

Vivir en los actos



Tú vives siempre en tus actos.
Con la punta de tus dedos
pulsas el mundo, le arrancas
auroras, triunfos, colores,
alegrías: es tu música.
La vida es lo que tú tocas.

De tus ojos, sólo de ellos,
sale la luz que te guía
los pasos. Andas
por lo que ves. Nada más.

Y si una duda te hace
señas a diez mil kilómetros,
lo dejas todo, te arrojas
sobre proas, sobre alas,
estás ya allí; con los besos,
con los dientes la desgarras:
ya no es duda.
Tú nunca puedes dudar.

Porque has vuelto los misterios
del revés. Y tus enigmas,
lo que nunca entenderás,
son esas cosas tan claras:
la arena donde te tiendes,
la marcha de tu reloj
y el tierno cuerpo rosado
que te encuentras en tu espejo
cada día al despertar,
y es el tuyo. Los prodigios
que están descifrados ya.

Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.


"Tú vives siempre en tus actos", Pedro Salinas.



gracias Eder.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Lo mismo que todas las noches, Pinky... ¡tratar de conquistar el mundo!



Fra y yo en la cama antes de dormir, tras la visión de la versión de "Tentempié" por Kevin Johansen y Ana Prada:

v - Mirá ahora Fra... e-cuchá la segunda voz...


silencio algo prolongado.


f - Vale...

v - ... ¿si?

f - ...podríamos ser famosas.


..........................................................................................

sábado, 18 de diciembre de 2010

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Arrinconado

A falta de casas, coches e hijos, cuando Ismael y Nuria se separaron decidieron dividir lugares, amigos y costumbres. Ella se quedó con la pizzería del uruguayo, con las tardes de mate en el Montjuic y con las exposiciones temporales del Macba. Él conservó los mediodías de invierno al sol, frente al mar, en los silloncitos de cemento de Bogatell, los paseos en bicicleta los atardeceres de julio, agosto y septiembre y las cervezas beers en la Rambla del Raval.

Las líneas 1, 3 y 4 del metro fueron para Ismael; las demás, para Nuria.

–¿Y los autobuses? –preguntó ella.

Él suspiró, se reclinó en la silla y sentenció:

–Quedátelos todos.

Con las tertulias literarias no hubo otra que tomar una decisión salomónica: para él, primer y tercer domingo de cada mes; para ella, segundo y cuarto.

–¿Y los meses de cinco domingos? –volvió Nuria a la carga.

Ismael dudó un instante. Le tentó la idea de pelear por su momento preferido de la semana, pero supuso que una prueba de amor sería resignarlo. Ella se lo agradeció con la única sonrisa de la tarde. Él se dijo que su sacrificio había valido la pena.

Así siguieron, durante horas, dividiendo calles, supermercados, panaderías, bares de cañas, parques, plazas, cines, librerías y bibliotecas. Por la noche habían concluido un minucioso programa de privaciones y pérdidas.

Tras despedirse, Ismael pensó que el mundo era más chico. O al menos Barcelona lo era. A partir de entonces, para él, Barcelona era media Barcelona. No le preocupó tanto el perjuicio logístico de coordinar salidas con amigos, como la sensación de que perdiendo media Barcelona perdía media vida. Se esforzó por entender que ya llegaría el momento de compartir esa media vida con otra mujer, pero de inmediato concluyó que una nueva separación implicaría quedarse con un cuarto de ciudad. Haciendo un ejercicio de proyección, llegó a sentirse condenado a una piecita oscura de un piso del extrarradio.

Por séptima vez en el día, lloró.

La vuelta a la pensión en la que paraba, esquivando las calles ahora vedadas, le demandó el triple de lo habitual. De paso, compró un mapamundi, dispuesto a marcar las ciudades a las que escaparía antes de que el futuro lo arrinconara. Subió los escalones de dos en dos, repitiéndose que si algo sobraba en el mundo eran mujeres y ciudades.

Pero justo antes de entrar a su cuarto, se dio cuenta de que el puerto y el aeropuerto, las estaciones de autobuses y las de trenes, y hasta las carreteras de acceso a Barcelona habían quedado para Nuria.


Santiago Ambao

domingo, 31 de octubre de 2010

Consejo


No me pases a buscar con la guitarra al hombro,

no vayamos los dos abrazados en un taxi,

no me beses así, tan suave.

No vayamos a comer y te pidas omelette,

no me convides,

no quiero decirte que es lo más cercano a una escala de un millón de octavas.

No tomes la cerveza como si te enamorara

ese cuerpo amarillo y espeso.

No te rías moviendo los pies y ocultando la cara,

no te bañes, te enjabones

no te duermas,

no quiero decirte que no voy a olvidarme de tus ojos cerrados.


No me abraces, no me pidas te acompañe al supermercado

ni me cuentes las historias de tu infancia,

no me pases la mano por la espalda,

no me digas que querés estar conmigo algunas noches,

no camines sonriendo a la mañana,

no quiero pensar tu nombre.


No te pongas zapatillas,

ni te pongas pantalones,

no cantes,

no quieras comprarle una estufa a tus padres.


No me invites al canal,

ni a tu casa a disfrutar,

no me llames ni me escribas que me estás esperando.

No me hables y me mires con los ojos tan verdes

no enriedes mis pies en tus pies de talco

no me digas “alcanzame una toalla”,

no me abras tu corazón en las noches más oscuras

no me leas un recorte de diario

no te resfríes ni te saques una foto

no me digas que compraste un regalo a tu hijo

no me dejes el asiento en el subte,

ni me comprés jugo de naranja a la mañana

no me pongas un disco

ni me digas cuáles son tus canciones preferidas

no vivas en Barracas ni comamos locro

ni miremos por la ventana,

ni me esperes con ginebra,

ni me sostengas cuando me resbalo,

no te pongas anteojos de sol,

no llores cuando te leo un cuento,

no me incluyas en tus viajes,

ni tampoco en tus proyectos,

no quieras viajar,

no quieras viajar en barco.


No te empecines,

no pierdas la cabeza,

no me enamores sin preguntarme.



Alejandro Balbis.

martes, 19 de octubre de 2010

Punto Final


Cuando nos conocimos, ella me dijo: “Te doy el punto final. Es un punto muy valioso, no lo pierdas. Consérvalo, para usarlo en el momento oportuno. Es lo mejor que puedo darte y lo hago porque me mereces confianza. Espero que no me defraudes.” Durante mucho tiempo, tuve el punto final en el bolsillo. Mezclado con las monedas, las briznas de tabaco y los fósforos, se ensuciaba un poco; además, éramos tan felices que pensé que nunca habría de usarlo. Entonces compré un estuche seguro y allí lo guardé. Los días transcurrían venturosos, al abrigo de la desilusión y del tedio. Por la mañana nos despertábamos alegres, dichosos de estar juntos; cada jornada se abría como un vasto mundo desconocido, lleno de sorpresas a descubrir. Las cosas familiares dejaron de serlo, recobraron la perdida frescura, y otras, como los parques y los lagos, se volvieron acogedoras, maternales. Recorríamos las calles observando cosas que los demás no veían y los aromas, los colores, las luces, el tiempo y el espacio eran más intensos. Nuestra percepción se había agudizado, como bajo los efectos de una poderosa droga. Pero no estábamos ebrios, sino sutiles y serenos, dotados de una rara capacidad para armonizar con el mundo. Teníamos con nuestros sentidos una singular melodía que respetaba el orden del exterior, sin sujetarse a él.

Con la felicidad, olvidé el estuche, o lo perdí, inadvertidamente. No puedo saberlo. Ahora que la dicha terminó, no encuentro el punto final por ningún lado. Esto crea conflictos y rencores suplementarios. “¿ Dónde lo guardaste? – me pregunta ella, indignada -. ¿ Qué esperas para usarlo? No demores más, de lo contrario, todo lo anterior perderá belleza y sentido.” Busco en los armarios, en los abrigos, en los cajones, en el forro de los sillones, debajo de la mesa y de la cama. Pero el punto no está; tampoco el estuche. Mi búsqueda se ha vuelto tensa, obsesiva. Es posible que lo haya extraviado en alguno de nuestros momentos felices. No está en la sala, ni en el dormitorio, ni en la chimenea. ¿ El gato se lo habrá comido?.

Su ausencia aumenta nuestra desdicha de manera dolorosa. En tanto el punto no aparezca, estamos encadenados el uno al otro, y esos eslabones están hechos de rencor, apatía vergüenza y odio. Debemos conformarnos con seguir así, desechando la posibilidad de una nueva vida. Nuestras noches son penosas, compartiendo la misma habitación, donde el resquemor tiene la estatura de una pared y asfixia, como un vapor malsano. Tiñe los muebles, los armarios, los libros dispersos por el suelo. Discutimos por cualquier cosa, aunque los dos sabemos que, en el fondo, se trata de la desaparición del punto, del cual ella me responsabiliza. Creo que a veces sospecha que en realidad lo tengo, escondido, para vengarme de ella. “ No debí confiar en ti – se reprocha -. Debí imaginar que me traicionarías.”

Era un estuche de plata, largo, de los que antiguamente se usaban para guardar rapé. Lo compré en un mercado de artículos viejos. Me pareció el lugar más adecuado para guardarlo. El punto estaba allí, redondo, minúsculo, bien acomodado. Pero pasaron tantos años. Es posible que se extraviara durante una mudanza, o quizás alguien lo robó, pensando que era valioso.

Luego de buscarlo en vano casi todo el día, me voy de casa, para no encontrar su mirada de reproche, su voz de odio. Toda nuestra felicidad anterior ha desaparecido, y sería inútil pensar que volverá. Pero tampoco podemos separarnos. Ese punto huidizo nos liga, nos ata, nos llena de rencor y de fastidio, va devorando uno a uno los días anteriores, los que fueron hermosos.

Sólo espero que en algún momento aparezca, por azar, extraviado en un bolsillo, confundido con los otros objetos. Entonces será un gordo, enlutado, sucio y polvoriento punto final, a destiempo, como el que colocan los escritores noveles.


Contado por Mónica Martinez Paz en un cálido rincon de Barcelona, en el marco del Festival "Munt de Mots". Gracias Mónica!

domingo, 10 de octubre de 2010

So nice, so nice, so nice...


paseo otoñal sobre patines por Barcelona. Banda sonora no original: "Diablo débil" de Martín Buscaglia. Octubre 2010

jueves, 7 de octubre de 2010

El peso de las palabras


...

-Pensaba que no volverías -dije.

-Cada vez que me ves dices lo mismo -me respondió ella riendo. Se sentó, como de costumbre, en un taburete a mi lado y posó ambas manos sobre la barra-. Te dejé un mensaje en el que te explicaba que, por una temporada, no podría venir.

-Por una temporada -repetí- son palabras cuya duración no puede medir la persona que espera.

-Pero quizás haya situaciones en las que sean necesarias, ¿no crees? Casos en los que no se puedan utilizar otras -dijo.

-Y “quizás” es una palabra cuyo peso no se puede calcular.

-Sí, es verdad -admitió esbozando la leve sonrisa de siempre. Una sonrisa parecida a una suave brisa que soplara desde algún lugar lejano-. Tienes razón. Lo siento. No es que intente justificarme, pero no tenía más remedio que usarlas...”



de "Al sur de la frontera, al oeste del sol" (Haruki Murakami).

miércoles, 6 de octubre de 2010

Definición de arte

"…Nadie se sumerge en ninguna aventura esperando resultados mediocres. La gente, pese a tener un chasco nueve de cada diez veces, desea tener al menos una experiencia suprema, aunque sólo sea una vez. Y eso es lo que mueve el mundo. Eso es el arte, supongo.”


de "Al sur de la frontera, al oeste del sol" (Haruki Murakami).

viernes, 24 de septiembre de 2010

Piropo

Tarde de otoño. Parque de la Ciudadela. Día de la Mercè del año 2010. Barcelona. Diálogo mientras pintaba caras de tantos niños:

Niñamenorde8años: -Eso con lo que pintas, esos colores... ¿son pintura?
yo: -Sí, claro.
Niñamenorde8años: -Ah... es que parece magia....

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Es que, cuando te disparan, sangras.


"... Hace tiempo, cuando se estrenó “Grupo Salvaje”, de Sam Peckinpah, en la rueda de prensa una periodista alzó la mano y preguntó en tono inquisitivo: “¿Qué necesidad creen que hay de mostrar tanta sangre?”. Ernest Borgnine, uno de los actores, respondió con aire perplejo: “Pero señora, es que, cuando te disparan, sangras”. La película se filmó en plena época de la guerra del Vietnam.

Me gusta esta frase. Posiblemente sea uno de los principios básicos de la realidad. Aceptar las cosas difíciles de desentrañar como cosas difíciles de desentrañar, aceptar el hecho de sangrar. Disparar y sangrar."

de "Sputnik, mi amor" (Haruki Murakami)

lunes, 20 de septiembre de 2010

Los recuerdos no tienen tamaño


- Perdón, ¿puede ser que te conozca?

- Puede ser... ¿Me conocés?

- No, creo que no te conozco...

- Pero te pareció que me conocías.

- Si, me pareció.

- Vos saliste...

- Entré

- Te vi en una foto

- ¿Tas seguro que era yo?

- Una foto de antes

- Estaba distinto, ¿no?

- Estás igual

- ¿A quién?

- A mi.

- ¡Entonces el de la foto sos vos!

- ¡Si, soy yo!

- ¡Qué alegría verte!

- ¿Cómo andan mis cosas?

- Supongo que “bien”, entre comillas digo, aunque hace tiempo que no las veo...

- Yo tengo un montón de cosas.

- Yo tengo algunas cosas más

- ¿Más que yo?

- No, más que las que tenía

- Yo tengo cosas de otros

- Yo tengo cosas de todos los que conozco.

- Sí, es complicada la cosa...

- ¿Qué cosa?

- ¿Te puedo hacer una pregunta?

- Dos.

- No, tengo solo una.

- ¿Cómo es?

- No, la pregunta la hago yo

- Preguntame

- ¿Te gusta que te pregunten?

- No me desagrada

- ¿Y responder te agrada?

- ¿Y la pregunta que me ibas a hacer?

- Ahora me estás preguntando vos a mí.

- Si

- Me estás respondiendo

- Eso creo

- ¿Qué es lo que crees?

- Lo que no veo

- ¿Qué no ves?

- Ahora te veo a vos.

- ¿Puede ser que me conozcas?

- Puede ser.

- Me conocés, estoy seguro que me conocés

- ¿Cómo sabés?

- Porque una vez no me viste...

- ¿Cómo no me viste verte?

- Desde el tablado se ve todo.

- Desde abajo también.

- Se ve a todo el mundo desde el tablado...

- A todo el mundo del barro...

- Del barrio querrás decir.

- Es lo mismo

- ¿Soy raro?

- Depende cómo se te mire.

- Soy raro

- ¿Con respecto a qué?

- A los otros

- Me estoy acordando de una cosa

- ¿Cuál?

- Todavía no terminé de acordarme

- ¿Demora mucho en llegar el recuerdo?

- Depende del recuerdo

- ¿Por el tamaño o por la intensidad?

- Los recuerdos no tienen tamaño

- ¿Vos te acordás de todo?

- Eh... me acuerdo mucho

- Mucho de todo

- Mucho de lo mismo

- ¡Qué aburrido mucho de lo mismo...! ¿eh?

- Es mejor un poco de todo

- De todo un poco

- Los recuerdos están en la memoria

- Adentro de la cabeza

- Detrás de la cara

- ¿Vos cuántas caras tenés?

- ¿Acá?

- ¡¿Cuántas caras tenés?!

- Tengo muchas caras

- ¿Una para cada recuerdo?

- Tanto no recuerdo

-¿Aparte de esa tenés más caras?

- Todos tenemos máscaras.

- …

- ...

- Caretas.

- Te conozco de carnaval.



Diálogo fragmento de “Murga Madre”. Edú Lombardo y Pablo Routin


miércoles, 15 de septiembre de 2010

Me gusta

lunes, 6 de septiembre de 2010

Acá también...


En un tren de Cercanías de Barcelona.

jueves, 19 de agosto de 2010

viernes, 6 de agosto de 2010

Ctrl + Z





Eliminar contacto de facebook.
Eliminar contacto de gmail.
Eliminar contacto de fiestas en común, reuniones en casas de amigos, llamadas ocasionales, mensajes de texto a todas horas y encuentros bajo cualquier excusa.

Eliminar contacto...

¿Dónde estará el botón?



miércoles, 28 de julio de 2010

Cuidarse

“...-Pero a ti no te pasará nada. Tú no tienes por qué preocuparte. Aunque anduvieras por aquí de noche con los ojos cerrados, tú jamás te caerías dentro. Seguro. Y a mi, mientras esté contigo, tampoco me pasará nada.

-¿Jamás?

-Jamás.

-¿Y cómo lo sabes?

-Lo sé. - Naoko asió mi mano con fuerza. Luego siguió andando un rato en silencio-. Estas cosas las sé muy bien. De pronto las siento, y punto. Por ejemplo, ahora que estoy agarrada a ti con fuerza, no tengo miedo. Nada puede hacerme daño.

-Entonces es fácil. Basta con que estés siempre así -dije.

-¿Eso... lo dices en serio?

-Desde luego.


Naoko se detuvo. Yo también. Ella posó sus manos sobre mis hombros y se quedó mirándome fijamente. En el fondo de sus pupilas, un líquido negrísimo y espeso dibujaba una extraña espiral. Las pupilas permanecieron largo tiempo clavadas en mí. Después se puso de puntillas y acercó su mejilla a la mía. Fue un gesto tan cálido y dulce que mi corazón dejó de latir por un instante.


-Gracias -dijo Naoko.

-De nada -contesté.

-Estoy muy contenta de que me digas eso. -Esbozó una sonrisa triste-. Pero no es posible.

-¿Por qué?

-Porque no puede ser. Porque es horrible. Eso... -Pero enmudeció y siguió andando en silencio.

-Porque eso... no es bueno. Ni para ti, ni para mí -prosiguió ella mucho rato después.

-¿Y en qué sentido no lo es? -le pregunté en voz baja.

-Eso de que alguien proteja eternamente a alguien... es imposible. Mira. Suponiendo, ¿eh?, suponiendo que te casaras conmigo... Tú trabajarías en alguna empresa, ¿no es así? ¿Quién me protegería mientras tú estuvieses en el trabajo? ¿Y quién me protegería mientras estuvieses de viaje de negocios? ¿Tengo que estar pegada a ti hasta que me muera? ¿Dónde está la igualdad? A eso no puede llamarse una relación humana, ¿no te parece? Además, cualquier día acabarías hartándote de mí. Te preguntarías:”¿Qué es de mi vida? ¿Hacer de niñera de esta mujer?”. Yo no quiero eso. No resolvería mis problemas.


-Tus problemas no tienen porqué durar toda la vida. -Posé mi mano en su espalda-. Algún día acabarán. Y cuando todo haya terminado, bastará con que reconsideremos el asunto. Bastará con que pensemos qué debemos hacer a partir de entonces. Y ese día tal vez seas tú quien me ayude a mí. No tenemos por qué vivir haciendo balance. Si tú ahora me necesitas a mí, me utilizas sin más. ¿Por qué eres tan terca? Relájate. Estás tensa y por eso te lo tomás así. Si te relajas, te sentirás más ligera.


-¿Por qué me dices eso? -La voz de Naoko sonó muy seca. Al oirla, comprendí que acababa de pronunciar las palabras equivocadas.


-¿Por qué? -repitió Naoko con la vista clavada en el suelo-.Si te relajas, te sientes más ligero, eso también lo sé yo. No hace ninguna falta que me lo recuerdes. Pero si ahora me relajo me haré pedazos. Desde hace tiempo he sido incapaz de vivir de otra manera, y todavía lo soy. Si bajara la guardia, aunque fuera una sola vez, sería incapaz de recomponerme a mí misma. Me haría pedazos y éstos volarían con un soplo de viento. ¿Cómo puede ser que no lo entiendas? ¿Cómo puedes decir que cuidarás de mí si no comprendes eso?.


Enmudecí.


-Me siento mucho más perdida de lo que puedas imaginarte. Perdida entre tinieblas y hielo... Escucha.. ¿Porqué te acostaste conmigo aquel día? ¿Porqué no me dejaste en paz?...



de “Tokio blues: Norwegian Wood” (Haruki Murakami).


martes, 27 de julio de 2010

Ta.



"Este "adiós" no maquilla un "hasta luego"
este "nunca" no esconde un "ojalá"
estas cenizas no juegan con fuego
este ciego no mira para atrás.
Este notario firma lo que escribo
esta letra no la protestaré
ahórrate el acuso de recibo
estas vísperas son las de después.
A este ruido
tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
a un corazón podrido de latir.
Este pez ya no muere por tu boca,
este loco que va con otra loca,
estos ojos no lloran más por ti."



Joaquín Sabina.


domingo, 25 de julio de 2010

¡Que no!

Si bien trabajaba en secciones de cultura desde hacía tiempo, recuerda que ésta fue la primera vez que se levantó del cine antes de que terminara la película. Justo cuando sintió que ya no podía tolerar más lugares comunes, y antes de caminar a oscuras hacia la salida sin el más mínimo esbozo de arrepentimiento, se levantó de la butaca al grito de:

"¡Coño, que la vida no es así!"



lunes, 12 de julio de 2010

Camarero! I


Camarero!

Queeee?

Camarero!

Queeee?

Una de bechamel

Una de bechamel?

Bechamel, bechame muchooooo...


domingo, 4 de julio de 2010

Niños raros 1



- Hola guapo.
- Hola.
- Cómo te iamas?
- Pol.
- Pol, ¿de qué querés que te pinte?
- De lince ibérico.
- ¿De qué?
- De lince ibérico.
- ¿Y eso cómo es?
- Es como un tigre pero con unos bigotes largos.
- Ok.

Lo pinté de ese bicho raro que pinto yo que es aplicable a la demanda de: tigre, león, puma, leopardo, gato, perro, conejo, cuis y ahora, lince ibérico.
Quedó pipí cucú.
Y el lince contentísimo.

miércoles, 30 de junio de 2010

Mundo mundial 2

martes, 29 de junio de 2010

En el pizarrón de la cocina

lunes, 28 de junio de 2010

Rastros

Un país lejano puede estar cerca
puede quedar a la vuelta del pan
pero también puede irse despacito
y hasta borrar sus huellas.

en ese caso no hay que rastrearlo
con perros de caza o con radares

la única fórmula aceptable
es excavar en uno mismo
hasta encontrar el mapa




Mario Benedetti - Cotidianas

domingo, 20 de junio de 2010

Nada exageres ni excluyas




Para ser grande
sé entero
nada tuyo exageres o excluyas
sé todo en cada cosa,
pon cuanto eres en lo mínimo que hagas.
Por eso la luna brilla toda
en cada lago,
porque alta vive.



Fernando Pessoa

martes, 15 de junio de 2010

Seguridad


El término seguridad proviene de la palabra "securitas" del latín. Cotidianamente se puede referir a la seguridad como la ausencia de riesgo o también a la confianza en algo o alguien. Sin embargo, el término puede tomar diversos sentidos según el área o campo a la que haga referencia.

La seguridad es un estado de ánimo, una sensación, una cualidad intangible. Se puede entender como un objetivo y un fin que el hombre anhela constantemente como una necesidad primaria.


(Wikipedia)

sábado, 12 de junio de 2010

Cortados con la misma tijera o de porqué sí somos del montón

Mundo mundial


v: Francisco, ¿vos sos uruguayo?


f: No, soy catalán

v: Ah... ¿y quién querés que gane? ¿Uruguay o Francia?

f: Pues el Uruguay... ¿Has visto que si le sacas "Uru" es "Guay"?

v: Sí, es que Uruguay es MUY guay.

f: Pues por eso.

martes, 8 de junio de 2010

No ser del montón


Una vez una gran mujer dijo:

“... una tiene que entender que una no es una mujer estándar. Por lo que no vamos a tener una relación estándar con un hombre estándar...”





viernes, 4 de junio de 2010

Primavera en Barcelona

- Vale, ¿estás durmiendo?

- No... pasá.

- Buen día... me pidió la portera que por favor no cantaras tan fuerte por las mañanas porque los vecinos de abajo se quejaron.

- …

- Si, es que es una oficina y se escucha todo.

- Ta.




martes, 1 de junio de 2010

Otra sobre finales



Me encontraba una vez más y después de tanto tiempo trabajando en un cumpleaños infantil pintando niños en una desenfadada casa de fiestas en la montaña cerca del cielo, con Barcelona como panorámica. Cuando tímidamente se acerca Marc y me pide que le pinte en el brazo la daga del Príncipe de Persia que tenía en ese momento en la mano como su juguete preferido de turno. Con los colores en la mesita plástica de 50 cm de altura, me dispuse a reproducirle la daga tal cual él quería, a pesar de mis limitaciones para la copia del natural.
Como Marc tiene 6 años y escasos conocimientos de realismo pictórico, quedó infinitamente fascinado con la obra maestra que ahora llevaba en el brazo.
Una vez terminé, sonrió, la comparó con la de plástico, me felicitó, corrió a mostrarle su papa, a su hermano Oriol y así siguió hasta desaparecer de mi campo sonoro-visual.
Más tarde cuando yo ya pintaba a otro niño, Marc se acercó y me preguntó cuánto le iba a durar el maquillaje en su brazo. Antes de que yo pudiera responderle, su padre al lado comentó “durará hasta esta noche hijo, cuando te vayas a duchar, ya verás...”.
La cara de desolación del niño no tenía consuelo, me increpa con su mirada como rogándome que esa daga le durara al menos el tiempo suficiente como para mostrársela a todos sus compañeritos de la escuela, o en el mejor de los casos, para siempre.

Yo levanto la cabeza, miro a Marc, respiro profundamente y poniendo cara de “se viene una máxima” y le digo pausadamente y haciendo énfasis en la tercera palabra: "Lo bueno SIEMPRE dura poco".
Su mamá me sonríe cómplice, mira a su hijo y susurra mirando en lontananza un “ya lo aprenderás”, como quién todavía no se resigna a hacerlo.


lunes, 31 de mayo de 2010

Sobre finales


Los finales son algo que siempre me han costado mucho. Entender que todo se termina, que todo tiene un irremediable fin, esas pequeñas muertes cotidianas incluso las más pelotudas, son un tema que tengo pendiente por resolver. En estos días y a raíz de algunos acontecimientos saqué de mi caja de recuerdos una teoría que aprendí en las lindas épocas de juegos y recreación.

La teoría plantea cómo identificar cuándo llegó el momento del final. Cuando se plantea un juego, por ejemplo la legendaria mancha pancho* en un grupo cualquiera de escolares hiperactivos, se pueden distinguir las etapas a continuación: primero la persona que plantea el juego o coordinador luego de captar la atención de todos pasa a enumerar las reglas de la actividad siguiente: de qué se trata el juego, que se puede hacer y qué no. Una vez finalizada la explicación, con una cuenta regresiva o al golpe de las palmas se empieza a jugar.

Si se pudiera trazar una curva de la relación tiempo-gozadera del juego, encontraríamos que a medida que los niños empiezan a correr y a eludir compañeritos, el número de risas y la cantidad de diversión se incrementa.

Pero llega un momento, no se puede precisar bien cuándo, que esta curva llega a su cresta e inmediatamente empieza a decaer y el aburrimiento empieza a expandirse entre los jugadores cual peste.

Hay que estar muy atento a este momento. Es importante ser capaz de identificarlo. Cuando el juego está en lo mejor, es cuando hay que terminarlo. Se cambia a otro tipo de mancha, se vuelve a reunir al grupo y se le vuelve a explicar otra dinámica o directamente se corta el mambo. Para que se queden con ganas de seguir jugando. Para que se queden con el recuerdo de que estuvo bueno. Para que la próxima vez que les digas "vamos a jugar a la mancha pancho" les brillen los ojos de felicidad. Para todo esto, al juego hay que matarlo justo antes de que empiece a morir.




*mancha: juego infantil donde un niño se encarga de tocar a los demás, quienes correrán por todo el espacio para no ser “manchados”. En el caso de la mancha pancho, el manchado queda detenido, teniendo que acostarse en el suelo con sus brazos pegados a su torso y sus piernas estiradas a modo de “pancho” (frankfurt), hasta que otro de sus compañeros que no haya sido manchado le pase por arriba con las piernas abiertas (cual surtidor de mostaza).


lunes, 24 de mayo de 2010

Maghama: tres cortitas



En Maghama no conocen ningún zoológico. Dicen Conocer el queso pero lo dudamos.

---

Hay momentos en los que el sol parece una luna plateada.

---

Hoy me desperté con gotitas en la cara. Llovió dulce y pausadamente durante menos de 3 minutos. Todavía no había ni empezado a aclarar, así que volví a cerrar los ojos con una sonrisa que agradecía el refrescante regalo.

---

lunes, 17 de mayo de 2010

A un año del chau

viernes, 14 de mayo de 2010

Maghama y los juegos




Lo bueno de que no haya juguetes es volver a descubrir todos los juegos que llevamos adentro.

Larailailero, larailailero, larailailero-lero-lero-lai.

martes, 11 de mayo de 2010

Maghama y los niños




Los niños son salvajes: tienen toda la dulzura y la luz propopia de su edad pero son criados a latigazos y por momentos se comportan como animalitos.
Nadie les explica, nadie los abraza, nadie los besa.
Sonrien.
Siempre o casi siempre.
Hay miles.
Salen por todos lados.
En la calle no hay peligro y en la casa nada para hacer.
Bueno, en la calle tampoco hay nada para hacer.
Se juntan.
No tienen juguetes.
Solo los primeros tres hijos de cada familia pueden ir a la escuela.
Estos niños carecen absolutamente de todos los estímulos que a nosotros nos sobran.
El mundo fuera del mundo.
El lugar olvidado.
Se aburren.
Aunque creo que me aburro más yo de mirarlos que ellos.
Los días pasan y no pasa nada, ni para los chicos ni para los grandes.
La expectativa de vida es de 54 años.
La vida y la muerte son cosas de todos los días.

Y nosotros acá, yendo contra la inercia de intentar que hagan algo.
El termómetro se rompió porque el calor fundió el vidrio.
Y la iniciativa.

domingo, 9 de mayo de 2010

Maghama y el tiempo



La vida en Maghama transcurre muy lento. Es por eso que nosotros sentimos que hace como cinco años que estamos acá, cuando en realidad no llevamos ni un mes (creo).
De aquí que sale la teoría de Matthías: no es que la gente viva menos, es que el tiempo va tan despacio que uno envejece antes.

Crónica desde Maghama




Escribimos básicamente para que usted (familiar, amigo, colaborador, futuro voluntario, curioso, hijo, esposa, madre, padre o tutor) que ha accedido a la web de DSR para obtener alguna noticia de la expedición, pueda apagar su ordenador con la tranquilidad de las buenas noticias.
Estamos bien.
Eso es lo primero.
En Maghama pasan muchas cosas al mismo tiempo, pero lo más destacable, luego de decir que todos estamos bien, es que en Maghama hace mucho calor. MUCHO. A esa temperatura que se está imaginando, súmele 20 grados más, arena y humedad. Ahora piense cuántos litros de agua bebería al día bajo estas condiciones, y réstele el mismo número. Ahora imagine un líquido caliente como el té, pero con sabor a frenadol. Ahora hidrátese con eso. Incluso llegue a refregárselo por la cara en una situación límite.
Pero no estamos solos, por suerte estamos acompañados de unos infinitos granitos que han aparecido en nuestro cuerpo con lindas cabecitas blancas y verdes, que vienen con nosotros a donde sea que vayamos.
Tan infinitos como los pequeños gritones que repiten hasta el éxtasis karmiko “commont tu t’apelle?”. Su éxtasis, no el nuestro. Los pequeños diablos han conseguido que entendamos los métodos expeditivos de sus mayores, basados principalmente en la violencia extrema.
Nos despertamos a la hora que sale el sol o en su defecto, diez minutos después cuando el molesto ringtone de Christian nos recuerda que el día empezó. Es ahí cuando bajamos de la terraza de Ifra para desayunar e inmediatamente nos repartimos en las tareas estipuladas: huerto, hospital, basuras, escuelas y el nuevo centro cultural. Trabajamos hasta que el calor nos doblega, nos licua y nos roba toda dignidad ante cualquier líquido por debajo de los 45 grado. Justo en ese momento volvemos a nuestra base de acción para comer y dejarnos sumergir en las profundidades del agobio de las 2 de la tarde. Es así que comienza la eterna búsqueda del inexistente lugar propicio para la digestión y el descanso. Más niños, más calor y sesudas tesis sobre las posiciones gimnásticas que permiten anestesiar el termostato interno; sobre el poder de la psiquis para vencer el sofoco; sobre el porqué el aire es más caliente que el propio sol. Cuando se hacen las 6 y sentimos que se puede volver a respirar, retomamos nuestra vitalidad y nuestras actividades. Ya reventados de vuelta a casa, nos higienizamos a base de toallitas de bebé (no suele quedar agua a esas horas), nos ponemos las linternas en la frente y dejamos caer nuestros cuerpos al suelo antes de cenar. Masticando la riquísima comida que aquí nos regalan, empezamos a compartir los mil momentos del día que hacen que todo el esfuerzo haya valido la pena: la generosidad sin límites, las miradas cómplices desde otro mundo, los abrazos de un cálido del que conforta, las risas compartidas entre 18 extraterrestres de galaxias tan distantes, los ritmos que nos acompañan, la música que nos brota. Lo aprendido cada día sobre nosotros y sobre los otros, sobre lo que necesitamos y lo que no. Lo que nos enseñan a cada rato éstos a los que queríamos ayudar…
Ya con la panza llena, los motivos refrescados y el cuerpo casi inerte (si no fuera por el dolor que lo recorre) sonreímos tumbados boca arriba, mirando cada uno a su estrella preferida, que aquí hemos descubierto que no son estrellas si no galaxias (nos lo contó Andreu). Y nos dejamos vencer por el sueño, con la perspectiva inevitable de otro día de sol y calor, pero con la certeza de que volverá a valer la pena.

Pedrín: “Hace mucho caló. Ojú qué caló!!! Niños muchos niños convertidos en estrellas al caer la tarde.”
Pablo: “Pue… tengo el cerebro licuado ahora mismo”
Andreu: “A más calor menos agua, y a menos agua más calor,… Es el círculo vicioso. ¡Quiero ser virtuoso!”
Hernán: “Tengo sudadas las canicas”.
Beto: “Mama, ya entendí cuando me decias bajo el sol ^Ponte Creem^”
Christian Vargas: “Próximo Proyecto: “Maghama Beach”
Christian Davila: “Joovenes cantantes!!! Morumi yam tam!!
Orbe: “Asul: aunque no hablo pular, siempre doy tus saludos a los niños de África”.
Oriol: “Aquí se ven las estrellas”.
Pedro: “De la Pacha Mamma al asfalto. ¿Vuelvo?”
Andy: “He cambiado mis planes, 20 hijos son suficientes”
Mati: “Mamá: te hecho de menos, pero a la cerveza mas”
Francesca: “Hay tantos niños como pájaros. Y por cierto, Mamá: sí que como, pero no me ducho como quisieras”.
Valentina: “Euge: conocí a los niños más divertidos del mundo: no paran nunca de cantar, de bailar y de jugar. La próxima vez tenés que venir conmigo”.
Miquel M: Je m´appail Miquel… sin parar! Nunca olvidaré mi nombre.. lo repito 100.000 veces al dia..
Mauro: “Viaje cotidiano… y recién empieza”
Lionel:”Con el valor de una casa en Barcelona, una familia de Maghama puede vivir más de 500 años. ¿Quién ha perdido los valores esenciales?”
Miguel: “MIKEL, MIKEL, MIKEL…. La próxima vez me lo tatúo en la frente”

viernes, 7 de mayo de 2010

Espejitos africanos


sonrisas luciérnagas,
música flotante,
aire caliente,
tierra volátil,
alegría del encuentro,
corazón agrandado,
piel curtida,
emociones incisivas,
colores infinitos,
amor universal,
caricias cercanas,
mundo nuevo,
mirarse en nuevos viejos espejos,
viejos fantasmas,
deshacer reinventando,
encontrar un sentido,
honrar la vida.

jueves, 11 de marzo de 2010

Hoy sentí.

Que a los amigos hay que quererlos tal cual son.
Que no hay que esperar ni tener grandes expectativas, sinó ir al encuentro y a estar listo para lo que viene: lo inesperado.
Qué ¡claro! La felicidad no es ese estado perfecto donde todo es inmaculado, sino episodios super cortitos y desubicados y que hay que estar alerta.
Que no soy tan fuerte como creo ni tan valiente como quiero.
Que el miedo paraliza.
Que hay que estar atenta a las señales.
Que el encuentro es lo más lindo que puede pasar.
Que amo los pijamas partys y las fotos de más de 10 años de antiguedad.
Que la amistad permanece intacta en el tiempo.
Que hay cosas que cambian todo el tiempo, pero que hay cosas que no cambian más.
Que quisiera detener el tiempo.
Que me está costando un huevo irme.