No me pases a buscar con la guitarra al hombro,
no vayamos los dos abrazados en un taxi,
no me beses así, tan suave.
No vayamos a comer y te pidas omelette,
no me convides,
no quiero decirte que es lo más cercano a una escala de un millón de octavas.
No tomes la cerveza como si te enamorara
ese cuerpo amarillo y espeso.
No te rías moviendo los pies y ocultando la cara,
no te bañes, te enjabones
no te duermas,
no quiero decirte que no voy a olvidarme de tus ojos cerrados.
No me abraces, no me pidas te acompañe al supermercado
ni me cuentes las historias de tu infancia,
no me pases la mano por la espalda,
no me digas que querés estar conmigo algunas noches,
no camines sonriendo a la mañana,
no quiero pensar tu nombre.
No te pongas zapatillas,
ni te pongas pantalones,
no cantes,
no quieras comprarle una estufa a tus padres.
No me invites al canal,
ni a tu casa a disfrutar,
no me llames ni me escribas que me estás esperando.
No me hables y me mires con los ojos tan verdes
no enriedes mis pies en tus pies de talco
no me digas “alcanzame una toalla”,
no me abras tu corazón en las noches más oscuras
no me leas un recorte de diario
no te resfríes ni te saques una foto
no me digas que compraste un regalo a tu hijo
no me dejes el asiento en el subte,
ni me comprés jugo de naranja a la mañana
no me pongas un disco
ni me digas cuáles son tus canciones preferidas
no vivas en Barracas ni comamos locro
ni miremos por la ventana,
ni me esperes con ginebra,
ni me sostengas cuando me resbalo,
no te pongas anteojos de sol,
no llores cuando te leo un cuento,
no me incluyas en tus viajes,
ni tampoco en tus proyectos,
no quieras viajar,
no quieras viajar en barco.
No te empecines,
no pierdas la cabeza,
no me enamores sin preguntarme.
Alejandro Balbis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario