martes, 11 de mayo de 2010

Maghama y los niños




Los niños son salvajes: tienen toda la dulzura y la luz propopia de su edad pero son criados a latigazos y por momentos se comportan como animalitos.
Nadie les explica, nadie los abraza, nadie los besa.
Sonrien.
Siempre o casi siempre.
Hay miles.
Salen por todos lados.
En la calle no hay peligro y en la casa nada para hacer.
Bueno, en la calle tampoco hay nada para hacer.
Se juntan.
No tienen juguetes.
Solo los primeros tres hijos de cada familia pueden ir a la escuela.
Estos niños carecen absolutamente de todos los estímulos que a nosotros nos sobran.
El mundo fuera del mundo.
El lugar olvidado.
Se aburren.
Aunque creo que me aburro más yo de mirarlos que ellos.
Los días pasan y no pasa nada, ni para los chicos ni para los grandes.
La expectativa de vida es de 54 años.
La vida y la muerte son cosas de todos los días.

Y nosotros acá, yendo contra la inercia de intentar que hagan algo.
El termómetro se rompió porque el calor fundió el vidrio.
Y la iniciativa.

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