lunes, 31 de mayo de 2010

Sobre finales


Los finales son algo que siempre me han costado mucho. Entender que todo se termina, que todo tiene un irremediable fin, esas pequeñas muertes cotidianas incluso las más pelotudas, son un tema que tengo pendiente por resolver. En estos días y a raíz de algunos acontecimientos saqué de mi caja de recuerdos una teoría que aprendí en las lindas épocas de juegos y recreación.

La teoría plantea cómo identificar cuándo llegó el momento del final. Cuando se plantea un juego, por ejemplo la legendaria mancha pancho* en un grupo cualquiera de escolares hiperactivos, se pueden distinguir las etapas a continuación: primero la persona que plantea el juego o coordinador luego de captar la atención de todos pasa a enumerar las reglas de la actividad siguiente: de qué se trata el juego, que se puede hacer y qué no. Una vez finalizada la explicación, con una cuenta regresiva o al golpe de las palmas se empieza a jugar.

Si se pudiera trazar una curva de la relación tiempo-gozadera del juego, encontraríamos que a medida que los niños empiezan a correr y a eludir compañeritos, el número de risas y la cantidad de diversión se incrementa.

Pero llega un momento, no se puede precisar bien cuándo, que esta curva llega a su cresta e inmediatamente empieza a decaer y el aburrimiento empieza a expandirse entre los jugadores cual peste.

Hay que estar muy atento a este momento. Es importante ser capaz de identificarlo. Cuando el juego está en lo mejor, es cuando hay que terminarlo. Se cambia a otro tipo de mancha, se vuelve a reunir al grupo y se le vuelve a explicar otra dinámica o directamente se corta el mambo. Para que se queden con ganas de seguir jugando. Para que se queden con el recuerdo de que estuvo bueno. Para que la próxima vez que les digas "vamos a jugar a la mancha pancho" les brillen los ojos de felicidad. Para todo esto, al juego hay que matarlo justo antes de que empiece a morir.




*mancha: juego infantil donde un niño se encarga de tocar a los demás, quienes correrán por todo el espacio para no ser “manchados”. En el caso de la mancha pancho, el manchado queda detenido, teniendo que acostarse en el suelo con sus brazos pegados a su torso y sus piernas estiradas a modo de “pancho” (frankfurt), hasta que otro de sus compañeros que no haya sido manchado le pase por arriba con las piernas abiertas (cual surtidor de mostaza).


3 comentarios:

Rafaël dijo...

primera opción: somos niños, entonces quien será el monitor que nos dirá cuando se esta empenzando a morir el juego?
segunda: hacemos nosotros mismos de monitores, entonces ya no somos niños sino adultos, entonces hay que probar el sabor de la curba descendiente, porque es demasiado cruel para un ser humano cortar el juego cuando lo está disfrutando en la cresta de la curba!
Pero igual tienes razón, entonces a "valentina" le sobra una "n"...

Lu.- dijo...

sos tan sabia, hermana.-

mami dijo...

lo breve .... dos veces bueno...

besos....

seguimos esperandote