Brisa del mar; llevame hasta mi casa

Poner todas las cosas en las mochilas sin olvidarme de nada, con muchísima dedicación y trabajo y comprobar que no me entra todo y que voy a necesitar comprar la valija que ya había visto por 70 euros en una tienda en la calle Balmes. Decirle chau a Milena y a Matías y agadecerles por este mes y medio de convivencia. Despedirme del pai Chino, que a esta altura ya es como un hermano, con un hasta pronto y con un abrazo rompehuesos. Decirle chau a Miquel y un gracias gigante que nunca va a ser suficiente, por compartir su vida conmigo durante estos 2 meses, por todo lo que me cuidó, por la gente hermosa que me presentó, por las risas y la diversión infinita, por los llantos y los abrazos, por estos días juntos mágicos e imborrables para los dos, por quererme tanto y haberme protegido y contenido en las buenas y en las malas.
El despedirme de la gente, de los lugares, el mirar todo "por última vez" y decirle chau a todo lo que viví durante estos 3 increíbles meses. Tomarme un ómnibus hasta Madrid, para llegar de madrugada y hacer el check in en Barajas, cansada sola y llorosa. El desfile de imágenes, de sensaciones que pasan por mi cabeza y mi corazón como un repaso de este "Alicia en el país de las Maravillas", desde que salí de Carrasco hasta ahora, que estoy sentada en un avión de Iberia que me va a devolver a casa. Allá, mis papás, mi hermana, mis amigos, cada uno con un fuerte abrazo esperándome. Un trabajo, una vida, una primavera. Mi casa, mi bici, mi cama, mi gata, kumba. Todo. El reencuentro con mi vida y la despedida de esta aventura que me ha hecho crecer y que me va a acompañar siempre en el corazón, como una marca a fuego. Y aprender a procesar todo, con la distancia del espacio y del tiempo.
Todo esto no pasó, porque decidí dejar ir el avión sin mí y quedarme en Barcelona.
Creo que la explicación más justa es que no siento que Barcelona se esté despidiendo de mí, ni que yo de ella. Que todavía quedan muchas cosas por vivir, y que no me puedo perder la oportunidad.
Estos dias han sido duros, difíciles, la plata aprieta y las ganas de estar en casa tiran. Creo que lo más fácil hubiera sido subirme al avión. Pero siento que me he encontrado con una Valentina un poco complicada que no le gusta estar sola, y no la puedo eludir, la tengo que encarar y tenemos que vivir esta fase incierta y desconocida, para salir adelante más maduras y más fuertes.
Nosé cuando vuelvo, pero seguro que no va a ser muy lejos en el tiempo. Ahora estoy trabajando, y si todo sale bien voy a tener la posibilidad de ahorrar unos euros y volverme cuando sea el momento de volver.
Como ustedes saben, los caminos difíciles son mis preferidos, pero no nos olvidemos nunca de que en realidad, todos los caminos llevan hacia el mismo lugar.
Ahí nos veremos prontito.