Juia y los girasoles

De a poco me voy despertando del sueño, pero antes les dejo unos flashes de este agosto con calor, increíblemente inolvidable que estoy terminando de vivir:

Existe un lugar mágico que se llama Girona. Esa noche de verano parecía que los duendes andaban por ahí, en las calles desiertas y silenciosas. Las calles mudas guardan secretos de muchos años. Las piedras nos observan calladas, como descubrimos sus historias y nos descubrimos de a poquito entre charla y charla.

Juia es como una especie de pueblo - balneario, pero a diferencia de los de Uruguay no se puede ir a pie a la playa (está como a media hora). Como acá todo el mundo tiene auto, nadie se estresa: se vienen a su casita alucinante en el medio de la nada, se vuelve a subir al auto y se interna en las playas paradisíacas de este lado del Mediterráneo.

Caminamos por entre el monte y descubrimos unas plantas de moras. Qué ricas que son!! Me trasladó a cuando éramos escolares (Luli, Valelú: se acuerdan?), cerca de la escuela había un planta de moras. La foto es patética, lo sé, pero ilustrativa.

El mar Mediterráneo, lejos de todos mis pronósticos, es azul. Cuesta creer que un mar en donde pasaron tantas cosas, no esté marrón como el río de la plata, con pedazos de barcos undidos por todos lados, cachos de mugre flotando. Es azul, azul como el mar azul, como dice Cristian Castro. Fuimos a una playa nudista. Todos en pelotas, una belleza. Es divino como viven el desnudo, con qué naturalidad. Obviamente que me moría de verguenza, a penas logré (y estuvo buenísimo) sacarme la parte de arriba y hacer topless (jajaja que palabra horrible!!!). Si ven bien la foto, hay un viejo en pelotas caminando por la orilla. No fue la intención inmortalizar a este hombre tal y como vino al mundo, pero así se dio...

Gael tiene una debilidad por las piedras. Le encanta metérselas en la boca. Sabe que está mal, pero igual lo hace. Acá estaba jugando con su abuela Francis, quien se dio cuenta y como buena abuela procedió a sacárselas de la boca para evitar problemas. Están en el patio de la casa hermosa de Juiá donde pasé una semana con mucha paz, mucha lectura, música y comida rica. Teníamos una bandeja llena de chocolates y cosas ricas que se trasladaba a la mesa ratona después de comer. Pasé unos días muy lindos, en familia, sintiéndome una más a pesar de no hablar catalán.

Bueno, me voy a dormir, disculpen la poca inspiración pero estoy muerta de sueño.

Los quiero mucho, gracias por compartir conmigo esta locura de Valentina en el País de las Maravillas.

Fins ara! Bona nit!