Rasca, pero rasca donde (hoy) no pica

Barcelona es como un pibe divino; ése que le gusta a todas las mujeres del mundo y por esas cosas misteriosas de la vida, esas que no podés explicar, un día aparece perdidamente embobado contigo. Te llama, te busca, te trata bien y te hace sentir especial. Te quiere cuidar y te encandila con su belleza. Pero vos no querés nada. Vos todavía tenés el corazón roto por un nabo que extrañás como loca, que no podés borrar de tu cabeza ni de tu corazón y del que ahora solo recordás las cosas buenas. No solo no tenés ganas, sino que en este momento no te podés imaginar con otro hombre.

Es como una paella rebosante de mariscos carísimos y deliciosos, que una come sin ganas; saboreando cada calamar, cada langostino, secretamente añorando una jugosa tira de asado resposando sobre una parrilla expuesta al calor de las brasas.

Sí, Barcelona es hermosa y me seduce día a día con algo nuevo; pero hoy solo quiero estar en mi derruída y tercermundista Montevideo.